4.

Gracias a Ace Keegan y su incursión de medianoche, Caitlin se sentía inexplicablemente nerviosa a la mañana siguiente, cuando fue a preparar el desayuno. Sobresaltándose ante su propia sombra, lo habría denominado su padre. Su gato Lucky lo empeoró cuando saltó de debajo del fregadero de forma inesperada. Después Hank llegó golpeando la puerta, lo repentino de su llamada la hizo sobresaltarse una vez más. Cuando Patrick entró en la cocina para tomar una taza de café, ya estaba bastante acostumbrada a estar temerosa.

La cocina estaba envuelta en sombras antes del amanecer, pero Caitlin dudó en encender otra lámpara. Una era suficiente y realmente todo lo que podían permitirse. El combustible para el farol costaba dinero, y lamentablemente tenían pocos centavos que desperdiciar.

Como si le hubiera leído los pensamientos, Patrick dijo.

Dios, Caitlin, soy consciente de que estás tratando de ahorrar dinero, pero ¿tienes que hacer el café tan flojo? Juro que podría hacerlo más fuerte si atase una alubia en la cola de un pato y corriese rio abajo para coger un vaso de agua.

Oh, venga Patrick le regañó. No está tan flojo. Son tiempos de vacas flacas. Te lo dije. Tenemos que reducir gastos de cualquier manera que podamos, y si eso significa hacer café flojo, que así sea. Recuerda que tenemos que empezar a hacer los pagos de ese toro. ¿De dónde sacaremos el dinero si no es economizando?

Inclinando el cuerpo hacia un lado para evitar el humo en la cara, Caitlin metió otro trozo de madera de roble en el fuego y cerró la cubierta del fogón. En el interior de la estufa, la madera prendió rápidamente, chisporroteando y crujiendo como cientos de petardos amortiguados.

A pesar de todo lo que había sucedido la noche anterior y lo que todavía podría suceder, el sonido la animó. Después de todo, Patrick estaba ileso y, por el momento, ella también.

De momento… Ahí estaba el punto y la razón principal por la que estaba tan nerviosa, supuso. Porque sabía que Ace Keegan podría volver. Cuándo era la pregunta.

Patrick dijo con vacilación, he estado pensando.

Su hermano le dirigió una mirada soñolienta.

Oh, oh. Eso siempre es peligroso.

Caitlin trató de sonreír, pero el intento falló estrepitosamente. Interiormente se sentía como si estuviera en la centrifugadora de una lavandería.

Este negocio sobre el toro y los pagos… Se cogió el labio inferior entre los dientes. Sé que dije que nos las arreglaríamos de alguna manera cuando lo discutimos ayer por la noche, pero cuánto más lo pienso, menos segura estoy de que en realidad podamos. Apenas llegamos a fin de mes ahora.

Patrick miró a su alrededor, como si buscara algo frenéticamente. Caitlin sabía que estaba deseando un trago, se sintió muy mal por abordar este tema en un momento que él era tan vulnerable. Era sólo que no veía otra opción. Keegan era una realidad que no podían ignorar, una amenaza que no desaparecería.

Tenemos que hacerlo dijo su hermano con cansancio. Sólo tenemos que hacerlo, eso es todo.

Hay otra alternativa Caitlin se frotó las palmas de las manos en los vaqueros, un par descartados por Patrick que había confiscado para llevarlos mientras trabajaba en el rancho. Sé que parece drástico, pero podríamos vender este lugar Cuando su hermano le lanzó una mirada horrorizada, ella alzó una mano. Sólo piensa en ello, Paddy. Es todo lo que pido. Podríamos pagarle todo a Keegan, y todavía tendríamos un montón de dinero de sobra para empezar de nuevo en otro lugar. Tú y yo, en un lugar completamente nuevo. ¿No sería genial?

La mirada de Patrick se alejó de ella y se quedó fija.

No podemos vender el rancho, Caitlin. Su voz sonaba extrañamente rechinante. Yo, esto, pedí una hipoteca por él.

Caitlin no estaba segura de haberle oído bien.

¿Qué hiciste qué?

He invertido en algo de esa tierra para el ferrocarril que están expropiando dijo en voz baja. Para conseguir el dinero, tuve que hipotecar el rancho. Si vendemos ahora, no tendríamos ni dos monedas después de haber pagado a todos.

Caitlin sintió que caía hasta el fondo tan abruptamente que sus piernas se sacudieron.

¿Tierra para el ferrocarril que están expropiando?

Lo había sospechado. A pesar de que Patrick y ella habían discutido esa posibilidad , acordaron que no era ético, lo había sospechado. Una sensación de mareo le llenó la cabeza, se aferró a la encimera buscando apoyo.

Oh, Patrick. Tenía miedo que pudieras haber hecho algo así, pero imaginé que probablemente utilizarías el dinero que me robaste.

No lo robé exactamente. Más bien, lo tomé prestado. Te lo devolveré. En cuanto a usarlo para invertir, sólo eran unos miles de dólares, Caitlin. Esa cantidad no habría llegado muy lejos para comprar una gran cantidad de tierra.

Oh, Patrick, ¿cómo has podido?

Estaba borracho dijo con voz hueca. Todos mis amigos estaban hablando de la enorme oportunidad que era. Antes de darme cuenta, estaba en Barbary Coast Mortgage firmando la hipoteca en la última línea Hizo un gesto leve con la mano. Yo, esto, quería decírtelo. Casi lo hice un par de veces. Pero sabía estarías furiosa y no tuve las agallas.

¿Agallas? ¿Y qué pasa con los pobres agricultores cuya tierra has comprado? Eso requiere agallas, Patrick, que Dios te perdone Caitlin pensó en la reunión que la iglesia iba a llevar a cabo a final del mes para recaudar dinero para esos agricultores, en todas las horas que ella había invertido en la planificación. ¿Y ahora descubría que su hermano había hipotecado su rancho para aprovecharse de su desgracia?

Esa pobre gente ha sudado sangre en esas parcelas de tierra dijo con voz temblorosa. Durante años. Ahora, cuando una compañía de ferrocarril puede venir y hacer que todo su esfuerzo haya valido la pena comprando sus extensiones de tierra a precios elevados ¿te desmarcas y estás a favor de llevarte todos los beneficios?

Patrick se puso de pie, su tenso cuerpo balanceándose ligeramente por los efectos persistentes del whisky.

Mirándole a los ojos, Caitlin sabía que debía mantener la boca cerrada, que enfurecerlo justo ahora podría ser un grave error, pero su ascendencia irlandesa pudo con ella.

¡Maldito seas, Patrick! ¡Y maldito tu condenado whisky! ¡Cómo has podido hacer una cosa así cuando sabías cuan encarecidamente me sentía respecto a eso! Mientras estabas fuera firmando en la última línea, yo estaba aquí manteniendo este lugar a flote Extendió las manos ¡Malditas ampollas! Trabajando hasta que casi no podía caminar. ¿Y todo para qué? ¿Para qué pudieses engañar a la gente?

Patrick cerró los puños. El salvajismo que había llegado a temer estaba allí en sus ojos.

¡Esos agricultores ya estaban hipotecados hasta las cejas a causa de la sequía! Le respondió. ¡No es mi culpa que no haya llovido durante dos malditos años! Habrían perdido hasta la camisa, sin importar que. ¡Comprar sus tierras antes de que las perdieran les salvo de la ruina total!

Ya he escuchado todos los argumentos, muchas gracias. Por favor, evítamelo. El resultado final es que tú vas a hacer dinero, y esa pobre gente se irán a rastras con poco más que la ropa que llevan puesta. Lo encuentro repugnante e indefendible.

Con el puño aún cerrado, Patrick alzó un rígido dedo y lo sacudió debajo de sus narices.

¡Cierra la boca! le espetó. ¡O que Dios me ayude, te la cerraré yo! Sólo eres una mujer. ¿Qué sabes acerca de los negocios? Lo hice. Está hecho. ¡Vive con ello!

Por primera vez, Caitlin sentía miedo de su hermano. Por un momento terrible, casi dio paso a los hábitos de toda una vida y se apartó de él. Entonces se llenó de indignación.

Si vas a pegarme, Patrick, hazlo dijo en un tono de voz de vibrante susurro. Sólo entiende que si lo haces, va a ser la primera y única vez. No eres nuestro padre. No puedes hacer que me quede aquí y que sufra tus abusos. Me habré ido tan rápido que ni te darás cuenta.

Los segundos pasaron. Oía el tictac del reloj. La jadeante respiración de Patrick llenaba el aire. La miró fijamente, su ira un vibrante y sofocante espesor entre ellos. Luego parpadeó.

Nunca te he levantado la mano en toda mi vida dijo con voz ronca. ¿Cómo puedes pensar que podría ahora?

Caitlin rozó su mano, vio caer su brazo lánguidamente a su costado.

Cuando un hombre me pone el puño en la cara, tiendo a anticipar un golpe. Me pregunto ¿por qué?

Un músculo de la mejilla de Patrick tembló, y sus ojos azules se volvieron sospechosamente brillantes.

Nunca te pegaría, Caitlin. Siento haberte hablado así. Es sólo… Se dio media vuelta y se pasó una mano por el pelo revuelto. Me va a reventar la cabeza, eso es todo. Tus gritos se sienten como un cuchillo cortando mi cerebro Plantó las manos en las caderas, inclinó la cabeza hacia atrás y respiró hondo. Siento haber hipotecado el rancho. Siento haber invertido en la tierra para el ferrocarril que están expropiando. Sé que fue un error. Es por eso que no me atreví a decírtelo. Porque sabía que me detestarías por ello y estaba avergonzado.

Caitlin se llevó una mano a su revuelto estómago. Siguiendo el ejemplo de su hermano, hizo una inspiración profunda y tranquilizadora.

No te detesto, Patrick. Estoy enojada, . Has hecho algo estúpido e imprudente. Pero no te odio.

Él abrió los ojos. La sonrisa que reflejó era inoportuna y patéticamente temblorosa.

¿Quieres llevar la pala? Me aguantare y dejaré que me reprendas. Como en los viejos tiempos. Simplemente, por favor, no hables de irte. ¿De acuerdo? Yo Su boca se torció. Te necesito en este momento, Caitie. Nunca llegaré a hacerlo sin ti.

No podía recordar la última vez que la había llamado Caitie. Una sensación de ardor se apoderó de sus ojos. Se quedó allí, luchando con su rabia y un dolor que la laceraba tan profundamente, que dolía respirar. Él había estado tan cerca de golpearla. Lo había visto en sus ojos.

Pero no lo había hecho. Eso era lo importante, en lo que debía centrarse. Su padre nunca había dudado. Por lo menos, esta confrontación le dejó claro que Patrick no se parecía en nada a Conor. Sin importar lo que hubiera hecho, sin importar lo que todavía podría hacer, había esperanza para él. Mientras hubiera esperanza, no podía darle la espalda. Intentando inyectar una nota de burla en su temblorosa voz, dijo.

Sólo lleve la pala una vez, Patrick O’Shannessy, y fue cuando casi te volaste la cabeza jugando con la pistola de papá.

, bueno… has hecho que se me quedase marcado en la memoria.

Sin darse cuenta hasta ese instante de que había entrelazado sus manos, Caitlin flexionó los dedos.

Nunca más volviste a jugar con armas.

Su mirada se aferró a la de ella, su expresión dolorida con pesar.

Tampoco volveré a agitar mi puño delante de ti nunca más.

Caitlin no sintió que se movía. Lo siguiente que supo es que estaba en los brazos de su hermano, abrazando su cuello con fuerza.

Oh, Patrick, ¿qué voy a hacer contigo?

Quiéreme. Sólo quiéreme, Caitie. No me abandones. Por favor. Lo siento. Lo siento mucho.

El sentirlo no les iba a sacar de este lío. Caitlin le pasó una mano por el pelo. Ojalá fuera un niño otra vez, que todavía pudiese tratar de hacer que todo estuviese bien, simplemente abrazándolo y diciéndole que era así.

El rancho susurró. Si está hipotecado no lo podemos vender. Y eso significa aún más pagos. ¿Qué vamos a hacer?

Él presionó la cara contra su pelo, se aferró a ella.

Por mucho que odie decirlo, creo que mejor esperamos y oramos para que la inversión que hice en los terrenos del ferrocarril haya valido la pena. Si es así, estaremos bien. Sólo llevará algunos meses.

Abrazándola por la cintura, empezó a balancearse con ella. No estaba segura de si estaba tratando de calmarla a ella o a sí mismo.

Siento haber ido en contra de tus deseos y haber hecho la inversión. Todo lo que puedo decir en mi defensa es que me emborraché. No lo haré de nuevo, Caitlin. Necesito que creas en mí, eso es todo.

Lo hago susurró ella. Vamos a encontrar una manera de salir de esta, Paddy. De alguna manera. Hemos pasado por cosas peores.

Se abrazaron por un largo rato, recordando los momentos en que todo lo que habían tenido era su amor para sobrevivir. Cuando Caitlin finalmente se apartó, se sentía fortalecida. Tenía que haber una manera de hacer los pagos a Keegan y estar al día con las cuotas hipotecarias. Después de todo, otras personas tenían deudas, y parecían saber arreglárselas. Significaría un montón de trabajo duro, pero ni ella ni Patrick les era ajeno eso.

Siéntate Le palmeó el brazo y le dio un apretón.

Voy a terminar de prepararte algo para desayunar.

Los pasos de Patrick eran un poco inestables cuando regresó a la mesa.

No estoy seguro de que pueda comer.

Tienes que intentarlo. De lo contrario te sentirás enfermo todo el día.

Mientras se movía a través de la cocina para buscar el tazón con panqueques rebozados, Caitlin se asomó por la ventana hacia el granero. Medio esperaba ver a Keegan de pie en la puerta. No estaba, por supuesto. Pero eso no le hizo sentirse mucho mejor.

En cuanto regresó al fogón, miró a su hermano, que se frotaba las sienes, con evidente sufrimiento.

No quiero que salgas solo durante los próximos días, Patrick La masa chisporroteó cuando puso unos cuantas cucharadas en la plancha engrasada. En cuestión de segundos, el olor de panqueques calientes llenó el aire.

Por favor, prométeme que no lo harás.

Él la miró a través de los dedos extendidos.

No lo haré. Puedes apostar en ello y las mismas precauciones deberían aplicarse en tu caso. Ayer por la noche saliste airosa. Si el hijo de puta regresa, podría intentar controlarte por el trato que hiciste con él.

Atrapada. Así era como se sentía. Con un embargo preventivo contra el rancho, no podían vender el lugar e irse.

No había salida. Durante la noche y la primera hora de esta mañana, se había consolado con la idea de que Patrick y ella podrían pagarle todo a Keegan y salir pitando. No tendría que respetar el trato. No ajustarían cuentas.

Caitlin no podía decidirse a encontrar la mirada de Patrick por temor a que pudiera leer más en sus ojos de lo que quería. La noche anterior había omitido deliberadamente decirle nada sobre lo que Keegan había mencionado sobre el pagaré. Si Patrick lo descubría, tenía miedo de que se fuera medio borracho e hiciera algo increíblemente estúpido, como desafiar a Keegan a otro tiroteo.

Manteniendo su expresión cuidadosamente en blanco, dijo.

Oh, dudo mucho de que vuelva.

Sin embargo, hermana, te agradecería si fueses mucho más cuidadosa los próximos días. No querrás que te atrapen sola, lejos de la casa, más de lo que quiero yo.

Si Keegan volvía, Caitlin rezaba para que estuviera sola. Dios no permita que haya una confrontación. Patrick no tendría ninguna oportunidad contra Keegan, con los puños o las armas.

Hoy tengo que cortar más hierba y hacer balas de heno le recordó. No podemos contar que este tiempo seco aguante mucho más, y no podemos darnos el lujo de perder nada de la cosecha.

Iré contigo y te ayudaré.

Sentado con los codos apoyados en la mesa de caoba con marcas y su barbilla apoyada en una mano, Patrick no parecía en condiciones de afrontar un largo día de trabajo físico. Tenía los ojos enrojecidos. Su rostro estaba pálido. Con el pelo revuelto del sueño y con la misma ropa que había llevado la noche anterior, se veía como si hubiera sido arrastrado detrás de un caballo durante varios kilómetros.

¿Estás seguro de que estás en condiciones de trabajar?

Me las arreglaré.

Parece que necesitas… casi dijo quitarte el pelo del perro que te mordió, pero se contuvo justo a tiempo dormir un par de horas más.

No, estaré bien.

Su disposición para ayudar con el trabajo pesado era un cambio tan agradable que Caitlin odiaba desanimarlo.

Bueno, realmente apreciaré el par de manos extra dijo finalmente. Hank y Shorty hacen lo que pueden, pero sólo pueden llegar a un límite. Sin mencionar que voy a disfrutar de tu compañía. Ha pasado mucho tiempo desde que trabajamos juntos Ella le dedicó una sonrisa. Echo de menos estar contigo a la luz del sol, almorzando y hablando. Tiendo a no tomar todos los descansos porque me parece muy solitario.

, bueno… me disculpo por eso. Ya no más, ¿vale? Voy a permanecer lejos del whisky y empezar a preocuparme de las cosas de por aquí otra vez, como debería haber hecho. Sé que ha sido duro para ti.

Su hermano se volvió un poco verde cuando le puso dos panqueques en el plato. Sonriendo con simpatía, le dio la mantequilla y la miel, luego lo dejó que se tomase el desayuno como pudiese, mientras iba a recoger los huevos.

De camino hacia el gallinero, tuvo que caminar directamente pasando por el granero. Tal vez era curiosidad morbosa, o simplemente la necesidad de enfrentarse a sus demonios, pero se sentía obligada a ir al interior. La soga vacía aún colgaba de la viga, testimonio silencioso de la tragedia que casi había ocurrido.

Incapaz de soportar la visión de la misma, ni queriendo que Patrick tuviera que hacerlo, Caitlin bajó la cuerda y la tiró en un rincón que tenía basura acumulada hasta la rodilla. Por desgracia, la presencia de Ace Keegan en el granero no era tan fácil de disipar. Mirara donde mirara, algo le recordaba a él.

No siendo ajena a los malos recuerdos y como tratar con ellos, se obligó a quedarse de pie en la oscuridad hasta que su miedo se desvaneció un poco. Luego cerró los ojos, recordando como Patrick y ella habían jugado aquí en días de lluvia cuando eran pequeños, el granero su único refugio porque su padre estaba en la casa. Jugando al escondite. Balanceándose de una cuerda sobre un montón de heno. Pretendiendo que eran la caballería luchando contra los imaginarios indios. Buenos tiempos. Recuerdos felices para ayudar a descartar los malos.

Cuando salió del granero, Caitlin se regañó a si misma por haber permitido que su imaginación hiperactiva la hubiera superado, pero aun así, su sensación de temor no era tan fácil de dejar de lado. Si veía una sombra por el rabillo del ojo, pensaba que era Keegan. Si oía un ruido, se daba la vuelta para mirar hacia atrás. Era una tontería. Absolutamente ridículo. Y sin embargo, no podía quitárselo de encima.

Para cuando volvió a casa, tenía los nervios de punta. No había estado tan nerviosa desde antes de que su padre muriera.

¿Estás bien? le preguntó Patrick cuando volvió a entrar en la cocina.

Estoy bien le aseguró.

Lucky eligió ese momento para aparecer súbitamente como una banshee[5]y salió de debajo del fogón.

Caitlin saltó y gritó, Patrick claramente saltó de su silla.

¡Este maldito gato! Patrick negó con la cabeza. Debajo del fogón otra vez. Uno de estos días, a esa cosa estúpida la cocinaré bien hecha.

Caitlin sabía muy bien que Lucky no habría corrido debajo del fogón a menos que algo lo hubiera asustado. Le dirigió a su hermano una mirada larga y dura. Tenía otra vez ese brillo en los ojos. Era como estar en un balancín, arriba un minuto, abajo el siguiente. Sabía que su cuerpo comenzaba a gritarle por más whisky. Sólo podía rezar para que esta vez, no cediera a ello.

Podría ayudar si no pisotearas al gato con tus botas, Patrick le reprendió con suavidad. Ya sabes lo voluble que es.

Eso es todo lo que siempre hago. Pisotear. No le hago daño alguno.

Sabes que le asusta. Sólo porque tienes dolor de cabeza no hay razón para que la tomes con Lucky.

Se subió a la mesa y trató de comerse mi desayuno.

¿Así que le asustaste de muerte? Sabes que no está bien de la cabeza. ¿Por qué no puedes simplemente bajarlo de la mesa y dejarlo en paz?

¡Lo siento! Con un movimiento de su mano, envió su plato deslizándose sobre la mesa. La porcelana se detuvo justo precariamente en el borde y se tambaleó. Perdí los estribos. Pido disculpas. Y si me das un poco de paz y tranquilidad ¿eh? Mi cabeza parece una calabaza estrellada.

Con eso, salió haciendo ruido de la habitación.

Cuando su corazón finalmente volvió a la normalidad, Caitlin sacó al gato de debajo del fregadero para asegurarse de que no tenía nada grave por haberse escondido debajo del fogón. Su pelaje amarillo se sentía un poco caliente, y cuando hundió el rostro en su contra, el olor a quemado era inconfundible. Pobre gato tonto. No tenía mucho sentido común, sobre todo cuando se asustaba.

No es que estuviera señalando con el dedo. Tenía más en común con Lucky de lo que le gustaba admitir.

Escondiéndose del mundo aquí en el rancho, al igual que el gato lo hacía en sus cubículos. En las raras ocasiones en las que se obligaba a ir a la ciudad y se mezclaba con la gente de la iglesia, siempre era reservada. Disfrutaba de la compañía de su amiga Bess Halloway, pero incluso con Bess, era discreta, temerosa de revelar demasiado.

Oh, Lucky, muchacho. Cuánto tiempo pasará antes de que olvides, ¿eh?

Pregunta tonta. ¿Como si ella misma hubiera logrado esa hazaña? Por lo menos era lo suficientemente inteligente como para comprender que Conor O’Shannessy estaba muerto.

A veces oía un portazo o el rasguño de una bota en algún lugar de la casa y pensaba, sólo por un instante, que era su padre. O había un inesperado ruido intenso, y sus rodillas se volvían trémulas de terror. Tenía que ser cien veces peor para Lucky, que no podía comprender que Conor se había ido y nunca iba a volver.

Tomó una honda respiración y miró alrededor de la cocina, la mirada demorándose en las nuevas cortinas y alfombras que había hecho el invierno pasado, evidencia tangible de que su padre ya no gobernaba aquí con mano de hierro. Los toques de color, que él nunca hubiera permitido, por lo general la animaban, símbolos de su nueva libertad. Esta mañana, sin embargo, no se sentía animada. Al parecer, la visita de Ace Keegan la noche anterior había arrojado una sombra sobre todo.

Echó un vistazo a la lata de manteca de cerdo en la mesa, donde marchitas rosas colgaban lánguidamente de sus tallos.

Más tarde, se prometió a sí misma, saldría y cortaría flores frescas. Verlas, olerlas, le haría sentirse mejor. Siempre fue así.

Mientras frotaba su mejilla contra el pelo de Lucky, se encontró mirando por la ventana hacia el granero.

Casi deseaba que Keegan se apresurara a volver para acabar de una vez. Mejor eso que vivir con miedo día tras día.